Tim Cook, cinco años sobrevolando la sombra de Steve Jobs

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Hay momentos en la vida que uno debe plantarle cara a los retos, por muy difíciles que aparenten. La figura de Tim Cook (Alabama, 1960) ha crecido de una manera sinuosa y silenciosa. El máximo responsable de Apple ha tratado de distanciarse de la imagen del célebre Steve Jobs desde que hace justo cinco años se hiciera cargo de la firma creadora de exitosos productos como el iPhone o el iPad. Pese a las vicisitudes encontradas, las dificultades y la siempre recurrida crítica de falta de innovación ha logrado situar al gigante de la tecnología en sus cotas más altas, situándose como la compañía con la mayor cotización bursátil de la historia y rompiendo varios récords de ventas con su dispositivo estrella, el iPhone, a pesar de haber sido atrapada por el mercado en desaceleración de la telefonía móvil inteligente. Solo un dato: ha alcanzado la cifra de mil millones de unidades vendidas en todo el planeta, que se dice pronto. La base sobre la que se ha sustentado el gobierno de Cook ha sido la escabilidad y la rentabilidad, la búsqueda de nuevos mercados y enfocándose en otras categorías de producto. Ha hecho de Apple una empresa más abierta. Y en su esfuerzo por despojarse de la siempre presente figura del célebre Jobs, lo cierto es que ha vivido un lustro intenso a pesar de que sus más feroces críticos insisten en una pérdida de identidad. Con él al frente, Apple decidió apostar por dos modelos de teléfono en función de su tamaño. Surgió, pues, la versión Plus, ahora ya una categoría estándar para muchos fabricantes. Con el malogrado Jobs, que murió el 5 de octubre de 2011 a consecuencia de un cáncer de páncreas, la compañía reinventó la telefonía móvil. Catapultó, con el iPad, el formato tableta e imprimió ese sabor dulce del diseño y calidad de sus productos. Cook, con la pesada losa sobre sus espaldas, ha sabido resguardarse de la contrariedad que infunde el temor a no estar a la altura y buscó, con ahínco, un nuevo tipo de dispositivo capaz de revolucionar el mercado. Piensan algunos que ese aparato disruptor ha sido el Apple Watch, el reloj inteligente más vendido del mundo; el más esperado; el más deseado a pesar de haber llegado un tiempo después que el de sus rivales. La apuesta era arriesgada. Ha salido bastante bien parada y ha creado, alrededor suyo, un entramado de accesorios que han hecho muy rentable al dispositivo. Son las correas que ejercen de micropagos bajo la visión de dos valores, estética y diseño, que han acompañado a Apple desde que colocara su primera piedra. En estos años Apple ha ido intentando localizar nuevos negocios. Ahí quedan las compras de diversas empresa como Beats Electronics en 2014 por más de 3.000 millones de dólares y que le ha valido para levantar los cimientos de su nuevo servicio de música en «streaming». También ha metido la cabeza en la defensa del medio ambiente gracias, en parte, a que sus centros de datos funcionan con energía renovable. Dos personas, dos estilos distintos Las comparaciones son siempre odiosas. Inaugurando su propio camino, Cook ha impregnado un estilo totalmente distinto que el de su predecesor. De eso no cabe duda. Por lo pronto, de Tim Cook se le conoce por ser un adicto al trabajo que protege celosamente su intimidad. Únicamente se le recuerda haber reconocido públicamente su orientación homosexual. También ha querido implantar un estilo más metódico y centrado en la productividad. Las personas cercanas le consideran un un ejecutivo reflexivo y considerado, que incluso cede y se deja guiar por los datos. Dicen de él que sabe escuchar y pese a su sobriedad en sus apariciones públicas, resulta incluso divertido en las pequeñas reuniones, según diversos reportajes publicados en los últimos años. La Apple dirigida bajo la batuta de Cook ha retorcido algunas de las más singulares propuestas de la compañía, como el sistema operativo iOS, algo menos cerrado, con iniciativas de cara a conquistar a usuarios de otros ecosistemas como Android, ha puesto el foco en otras áreas como el hogar inteligente, la multiplataforma, servicios de salud y en la Inteligencia Artificial como nuevas apuestas de cara a mantener el liderazgo en los próximos años. Momentos difíciles Con todo, los cinco años de Tim Cook como cabeza visible de Apple también ha traído consigo una serie de problemas y acontecimientos considerados como los mayores fiascos de la trayectoria de la compañía. Su gran debut no fue del todo convincente. Lo que iba a ser una gran revolución se quedó en nada. El servicio cartográfico Apple Maps inició su andadura en 2012 de la peor forma posible. El que tendría que haber sido sustituto de Google Maps y ser un hito más tuvo fallos técnicos incomprensibles. Aquella situación problemática no pasó por alto y uno de los máximos responsables, Scott Forstall, jefe de software móvil y uno de los empleados que contaba con el mayor beneplácito de Jobs, fue apartado para que Eddy Cue, jefe de los servicios de internet, se encargara de resolverlo. Con Cook al frente de la multinacional norteamericana la figura de Jony Ive, vicepresidente ejecutivo de diseño, no ha dejado de crecer. Otro de esos momentos para olvidar fue el que se denominó «Bendgate». Cuando se lanzó el iPhone 6 Plus, un terminal de grandes dimensiones, numerosos usuarios se quejaron que se podía doblar ejerciendo algo de presión. Al final, Apple tuvo que reconocer el problema y asumió que una partida había llegado con fallos. El famoso Error 53 por el cual se inutilizaba el iPhone fue también otro de los grandes errores al igual que la existencia de «malware» en los servicios de Apple, que hasta entonces presumía de libre de virus. La actualización constante de iOS para subsanar errores y vulnerabilidades ha sido muy preocupante. El caso que le enfrentó al FBI fue, a todas luces, uno de los episodios más impactantes de los últimos años. La defensa a ultranza de la privacidad engrandeció a Cook, erigido como valedor de los derechos civiles.

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