Google Allo: la dura batalla para hacer frente a la competencia de WhatsApp y Messenger

Vaya por delante que es prematuro afirmar que Allo, nueva aplicación de mensajería instantánea de Google, es el futuro de las comunicaciones móviles. Visto el historial de la compañía norteamericana en el entorno social y móvil más vale tomarlo como un ensayo. Esta herramienta nace bajo una gran presión: la esperanza de robar terreno a WhatsApp o Messenger, propiedad ambas de Facebook, que superan ya con creces los mil millones de usuarios. Hay dos pilares básicos sobre los que se sostiene esta «app»: mensajería e Inteligencia Artificial. La gran pregunta es si, efectivamente, la irrupción de los llamados «chatbots» suponen la nueva revolución de la mensajería o, si por el contrario, los servicios conversacionales serán más que humo en el candente fuego de las aplicaciones. Donde Allo se diferencia de otras aplicaciones de mensajería es por sus, en teoría, capacidades «inteligentes», ya que el sistema es capaz de responder a los mensajes o hacer sugerencias dentro de la propia aplicación. La «app», que está disponible para los sistemas operativos iOS y Android, se basa en el software de aprendizaje automático de Google para «aprender» del comportamiento y hábitos de sus usuarios con el objeto de proporcionar, de manera automática y con un lenguaje natural, respuestas adecuadas a las circunstancias. Pese a darle pávulo, ha desembarco con cierta polémica, dado que el servicio no es tan robusto como se pensaba. El cifrado de extremo a extremo está únicamente destinado al modo incógnito; el resto de conversaciones se almacenan. No obstante, tiene otras virtudes: los usuarios no están obligados a tener una cuenta de Google para utilizar Allo (se requiere de un número de teléfono móvil) con lo que se acerca a otros rivales como WhatsApp o iMessage. Tiene muy difícil el gigante de internet retorcer la industria con esta nueva herramienta, máxime a la dilatada trayectoria de otras propuestas ya existentes. Convencer al público a usar una aplicación que suple otra es tarea ardua. Ni pese a las dudas que se ciernen sobre la política de uso del rey de la mensajería, WhatsApp, y el recuerdo de los reiterados colapsos de los servidores, ha propiciado que los usuarios dejen de abrazarla como su aplicación habitual para comunicarse con los amigos y los familiares. La distancia que separa en la actualidad las dos aplicaciones más populares respecto a sus principales competidores es grande. Desconocida para el público español, la aplicación de la firma Tencent, QQ, es un fenómeno social en países asiáticos desde su reconversión hace tres años. Acumula unos 899 millones de usuarios en estos territorios. Ofrece las funciones propias (y esperadas) de una aplicación de este tipo: mensajes, chat grupal, llamadas e, incluso, videollamadas. También WeChat es, con sus poco más de ochocientos millones de seguidores, otra aplicación que cautiva al público asiático. Cuadruplica a Line pese a que ésta se ha extendido considerablemente en poco tiempo y se centra en un modelo de negocio basado en los «stickers» -pegatinas divertidas- que ha permitido exportar esta forma de comunicación a otras compañías. Skype (300 millones de usuarios) y Viber (249 millones), pese a ofrecer de servicios de mensajería continúan siendo vistas como herramientas para realizar llamadas o videollamadas. Una de las que se apoyan en un componente modal y cautiva a un público adolescente y adultos jóvenes, según diversos informes consultados, es Snapchat (200 millones de usuarios), que ha puesto de relieve la importancia de la mensajería efímera que se autodestruye pasado un tiempo. Pero, a pesar de hacer millonario a su fundador, Evan Spiegel, la seguridad y privacidad ha sido, precisamente, el caballo de batalla de Telegram. Con todas sus virtudes, solo ha conquistado a 100 millones de personas. En el otro bando se encuentra iMessage, la aplicación de chat de Apple, pero su uso habitual se desconoce. En la última versión que ha incorporado iOS 10 ha mejorado notablemente algunas funcionalidades, como la incorporación de los «stickers», pero está restringida únicamente a los propietarios de productos del fabricante del iPhone. [Gráfico elaborado por Statista]


Fuente: ABC Tecnología
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