Análisis de The Legend of Zelda: Breath of the Wild para Wii U: sin nada que envidiar al de Switch

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Mucho ha llovido desde que Nintendo mostró una demo técnica del nuevo 'The Legend of Zelda' que iba a salir en exclusiva para Wii U. ¿Os acordáis? Fue en 2011, con un Link que se asemejaba más al visto en 'The Legend of Zelda: Twilight Princess'. Sin embargo, hubo que esperar tres años hasta ver cómo tomaba forma de manera oficial, presentándose en el E3 2014 con otro vídeo.

No sabíamos su nombre, pero aquella cinemática (con el motor del juego) era espectacular. Y lo mejor de todo es que su lanzamiento se iba a producir en 2015. Pero todo se truncó después, y buena parte de la culpa la tuvo Nintendo Switch. Porque ese 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild', como veríamos un par de años después, ya no iba a ser exclusivo de Wii U. El resto es historia.

Una historia que nos deja sin palabras y en la que Nintendo ha creado otra obra maestra atemporal, de las mejor valoradas en la historia de los videojuegos, y que ha servido como excusa para que muchos hayan dado el salto a Switch.

Menos para mí.

Nunca he visto con buenos ojos esta consola, principalmente en lo relativo a sus características. Y no hablo de potencia, sino de cosas que chirrían como esos 32 GB de memoria interna, el que se vaya a subir al carro del online de pago (a partir de otoño), la duración de la batería en modo tableta (cuando, en realidad, es una tableta que se nos intenta vender, a mayores, como sobremesa), o el sangrante tema de las partidas (ni se pueden importar ni tampoco hacer copias de seguridad), entre otros aspectos. Y todo a un precio bastante inflado.

En resumen, que Nintendo no me ha dado motivos para comprar la Switch. Al menos por ahora, porque sé que en el futuro, cuando haya exclusivos de verdad ('Super Mario Odyssey', 'Xenoblade Chronicles 2' o 'Project Octopath Traveler', entre otros), y se corrijan algunos temas (el de las partidas me mosquea mucho), caerá. De ahí que haya optado por comprar el 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild' en Wii U, que tampoco hay tantas diferencias respecto al de Switch.

¿Zelda: Breath of the Wild en Wii U... o en Switch?

Tengo que matizar que este pensamiento no era el mismo antes de conocerse a fondo la Switch. Porque cuando probé por primera vez 'The Legend of Zelda: Breath of the Wild' en Wii U en verano del año pasado, aparte de ilusionarme con el proyecto, di por sentado que la versión de Nintendo Switch sería muy superior. Pero la realidad, como vimos a comienzos de este año, no ha sido así.

En realidad son bastante similares ambas versiones. Independientemente del tope de su resolución, que para mí es algo secundario mientras vaya fluido y la experiencia de juego no se resienta (720p a 30fps en ambas consolas; pero a 900p a 30fps en Switch cuando está conectada a la TV), Wii U se muestra de lo más estable y con gráficos más definidos si jugamos desde la pantalla del mando. De lo contrario, los dientes de sierra estarán muy marcados.

Entra dentro de la lógica, al fin y al cabo. Con las televisiones de hoy en día, de resoluciones imposibles, se estira demasiado la imagen y saltan a la luz los defectos de esos juegos que no estaban preparados para ello. Tampoco es la primera vez que opto por jugar a un juego de Wii U desde la pantalla de su mando, tomándomela como una portátil (que en este caso no lo es, ya que dependemos de la señal que le llega de la propia consola; nada que ver con Switch, que esa sí que nos la podemos llevar a donde queramos -menos a donde vive Bob Esponja, claro-). Y si hablamos del Zelda, ya empieza a ser una costumbre eso de jugar recostado en cama y dejando que pasen las horas sin darme cuenta.

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Porque los Zelda siempre han tenido esa magia, la de transportarnos a otro mundo y que nos olvidemos por completo del nuestro, siendo toda una prueba de fuego soltar el mando, porque querremos seguir jugando hasta que amanezca.

Lo que es seguro es que el que opte por el Zelda: Breath of the Wild' de Wii U, no le decepcionará ni un ápice si lo comparamos con la versión de Switch. Hay diferencias menores, como lo comentado del modo en que juguemos (recomendable al 100% desde la pantalla del Wii U Gamepad), ralentizaciones puntuales (de las que tampoco se libra Switch), tiempos de carga bastante similares (salvo el de la pantalla inicial, mucho más rápido en Switch) o un dibujado menor en el horizonte y con ciertos elementos de fondo que irán apareciendo de golpe, como cualquier sandbox. Y es que estamos hablando del primer Zelda de mundo abierto desde el minuto uno y con todo lujo de detalles.

Lo que sí deberíamos preguntarnos es con qué mando preferimos disfrutar esta experiencia. Porque no es lo mismo un Wii U Gamepad, que todos conocemos de memoria, que un par de Joy-Con, con una disposición distinta para los botones (algunos de ellos, diminutos). Salvo que optemos por los mandos Pro de cada una de ellas, con un estilo ergonómico más cercano a los mandos recientes de Xbox.

Del mismo modo, si somos adictos a realizar capturas de pantalla, en Wii U el proceso será más tedioso al no contar con botón para ello (dependemos de Miiverse), mientras que en Switch se sigue el patrón de PS4 con su DualShock 4 y el botón de SHARE. No pararemos de sacar capturas de todo el reino de Hyrule.

¿Qué más podemos decir de esta aventura de Link?

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Mi compañero Álex ya dio buena cuenta de la versión de Switch en su análisis, del que suscribo por completo sus sensaciones, especialmente cuando dijo que este es el Zelda menos Zelda de todos. Porque aquí Nintendo se ha arriesgado.

Llevábamos muchos años viendo cambios tímidos, como el añadido de la resistencia en el 'The Legend of Zelda: Skyward Sword' de Wii, o la barra de vigor para los objetos y/o magias del 'The Legend of Zelda: A Link Between Worlds' de Nintendo 3DS. Pero nunca hubo nada rompedor desde el cambio entre 'A Link to the Past' y 'Ocarina of Time' hasta la llegada de este 'Breath of the Wild' en 2017.

Y es que cuando su productor, Eiji Aonuma, adelantó hace unos años que éste sería el primer Zelda de mundo abierto (pero de verdad), hasta el punto de poder ir directamente hasta el jefe en la primera hora de juego (¿véis cómo era de verdad?), estaba claro que se iban a romper muchos esquemas.

'The Legend of Zelda: Breath of the Wild' abruma por su grandeza, en todos los sentidos, desde el primer segundo. Esa sensación de que podemos hacer lo que nos plazca, yendo a nuestro ritmo y a donde queramos primero, no tiene precio.

A esto hay que sumarle el hecho de que Link es mucho más competente que en sus otras aventuras, contando de inicio con casi todas sus habilidades básicas de serie (nadar, coger rocas, usar el arco, cargar el ataque, etc), y con buena parte del resto de las importantes desbloqueadas en el primer tramo (lo que vendría a ser el tutorial camuflado). Esto conlleva, además, que dentro de esa libertad total nos podamos colar en zonas más peligrosas y que nos maten a la primera. De hecho, este es el primer Zelda en el que he muerto muchas veces al principio.

Y eso también me gusta, porque nos hace estudiar todo con más calma y en saber aprovechar mejor nuestro equipo y en establecer prioridades. Porque aquí las armas, como recalcamos hace tiempo, se rompen. Mientras que la indumentaria de Link (que no se rompe, tranquilos) cuenta con distintos parámetros de defensa (y habilidades únicas, como el clásico traje de Zora), indispensables para que no nos maten de un golpe. Este Zelda es un aprendizaje constante del entorno.

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Del mismo modo, destaca por el artilugio que llevará Link en todo momento, el sensor Sheikah, que aparte de darnos acceso a los módulos básicos (desde bombas hasta un poderoso imán y otras habilidades únicas), también nos servirá de guía por el mapa (podremos poner un montón de tipos de marcas para que no se nos pase ningún detalle), o registrar lo que vemos en su álbum, entre otras.

Pero sobre todo, por Hyrule, y en cómo Nintendo ha rizado el rizo con los retos de sus más de 100 Santuarios. Como dijo mi compañero Álex, la Gran N ha sabido exprimir a fondo y con una inventiva única todo lo que nos pueden ofrecer los módulos del sensor Sheikah. No ya por el simple hecho de superar cada una de sus pruebas en pos de lograr un símbolo de valía (si reunimos cuatro, podemos optar a un corazón extra, o bien aumentar nuestro límite de resistencia), sino por los cofres que ocultan (en cada Santuario siempre hay uno, la mayoría de las veces, de difícil acceso). Y ni qué decir que las Mazmorras, las de toda la vida, con sus respectivos jefes finales, nos dejarán boquiabiertos. Todo es sublime.

Como anécdota, eso sí, queda el doblaje al castellano. No por ser la primera vez en la saga o porque no esté a la altura (que no lo está, porque cumple a la perfección y no le podemos poner ningún pero), sino porque se resume en momentos puntuales, principalmente, en los recuerdos de lo que pasó en Hyrule hace 100 años. Vamos, que al hablar con los habitantes de cualquier pueblo, o viajeros por el mundo, tan solo habrá texto y algún esporádico gesto sonoro.

Y cómo no, su banda sonora es exquisita, como es menester en la saga.

La opinión de VidaExtra

En resumen, da igual que optemos por la versión de Switch o la de Wii U, que con cualquiera de las dos nos llevaremos a casa el mayor candidato a GOTY de 2017. Una aventura mágica que nos tendrá enganchados al mando (o a la pantalla del mando) durante incontables horas, desde las misiones principales de la historia hasta las secundarias o las pruebas heroicas, pasando por el más de un centenar de Santuarios y diversos secretos por todo Hyrule. Totalmente imprescindible.

Imprescindible

The Legend of Zelda: Breath of the Wild

The Legend of Zelda: Breath of the Wild

Plataformas Switch y Wii U (versión analizada)
Multijugador No
Desarrollador Nintendo
Compañía Nintendo
Lanzamiento 3 de marzo de 2017
Precio 59,90 euros

Lo mejor

  • La libertad TOTAL de Hyrule desde el principio
  • Su apartado estético es una delicia
  • El partido que se le saca a los módulos del sensor de Sheikah de cara a los puzles, como en el centenar de Santuarios
  • Sus innumerables secretos y su pícaro sentido del humor
  • Banda sonora, como siempre, memorable

Lo peor

  • ¿Cuánto tendremos que esperar por el siguiente Zelda?

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Fuente: Vidaextra
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